Mitos y leyendas

    “El mito de Uscaiway”
                                                                                                                                                 
     Entre las  wacas veneradas por los Wamachucos era objeto de espacial adoración la erigida a una serpiente denominada USCAIWAY,  a la que, “mochaban” para llegar a ser ricos y cuya aparición la relataban del modo que sigue:
     Sobre la extensa y hermosa llanura nombrada Purrumpampa encontrábase  un día el general Calcuchimac, vigilando el adiestramiento de sus tropas, cuando en la lagunas próxima estallo una violenta explosión, una enorme columna de agua de diversos colores, elevóse al cielo y de su base se desprendió una gigantesca serpiente, que se deslizo por la llanura. Era tan grade que estando junto a la cabeza no se podía ver la cola; tenía el cuerpo cubierto de brillantes cerdas negras y de escamas de oro; era tan gruesa como un muslo y llevaba protegida la cabeza por wacras de oro, ramificadas como la cornamenta de un venado.
     A la noticia de su aparición se congregaron a su rededor los sacerdotes, el pueblo entero y las tropas y le ofrecieron numerosos sacrificios, entre ellos una infeliz wawa, que fue devorada por la serpiente. Después de la “mocha”, celebraron solemnes fiestas, en las que hicieron derroche de alegría, de diversión y taquis. Enloquecidos bailaban cantando.
     “Ya mochamos a nuestro dios, en adelante serremos ricos”.
     En otra ocasión apareció la serpiente durante una furiosa tempestad eléctrica y les dijo que iba a subir al cielo, y en medio de truenos y relámpagos ascendió hasta perderse en el seno de las nubes.
 Fuentes de información:
  •   La tradición oral
  • Relación de las idolatrías de los Wamachucos por los PP. Agustinos.
La laguna de Sausacocha

     De la versión de RONDEL, en base al informe de  C. Flores y de “Anales del departamento de La Libertad”, de Nicolás Rebaza.
     Siendo emperador del Tahuantinsuyo el inca Pachacutec, encomendó a su hermano y al príncipe Cápac Yupanqui la conquista de los Wamachucos, empresa que se vio facilitada por el mayor número de soldados de los ejércitos imperiales.
     Producida la conquista de nuestro reino, se realizaron las fiestas de homenaje de los vasallos. Como acto ritual, los indígenas llegados de todas las comarcas se postraban de hinojos, tomaban un poco de tierra entre  las manos, la elevaban reverentes en dirección del cielo y los volvían a soltar, en clara señal de sometimiento.
     Entre las vírgenes del sol asistentes  al festividad, destacaba por su singular hermosura la bella Sausa, cuyos encantos despertaron la pasión del príncipe cuzqueño, hecho que fue conocido tanto por su tío como por los amautas y consejeros reales; no obstante la visión de un halcón que abatía a un águila fue interpretada por los adivinos y sacerdotes como signo de mal augurio.
     En efecto, cuando las noticias de romance llegaron a la capital del imperio, el inca Pachacutec mando matar a varios amautas y prohibió a su hijo presentarse  ante su trono, por haber tenido la osadía de amar a una mujer extranjera y  no a la princesa Sumac –Aclla, de la corte cusqueña.
     Cápac Yupanqui, apresuró su retorno para calmar la ira de su padre. La separación fue ciertamente muy dolorosa y desgarradora: ante la partida de su amado, la desdichada y bella Sausa se dirigió  a las afueras de Marca Wamachuco donde lloro desconsoladamente. Las lágrimas fueron tantas que formaron la laguna de que ahora se conoce con el nombre de Sausacocha.


            El Carpintero y el Cristo Crucificado            
                                                                                                                                               
     Una mañana, mientras unos hermanitos pastaban su rebaño, encontraron completamente mojados sobre las hierbas un tronco con el que acostumbraban jugar, hecho que despertó su curiosidad, puesto que ni había llovido , no era época de invierno, sino del más completo verano. De todos modos, procedieron a limpiarlo con un trapo; pero, al hacerlo, su sorpresa aumento, al ver como el agua se convertía en sangre, por lo que de inmediato informaron a sus padres quienes, por su parte, al principio tampoco concedieron importancia alguna al asunto; no obstante, después cambiaron de parecer, al observar ellos mismos el extraño caso, que se fue repitiendo en los días siguientes.
     Convencido también el sacerdote del lugar, a quien se le tuvo que informar, atribuyo cualidades milagrosas al extraordinario fenómeno, por lo que propuso a sus feligreses que se hiciera una cruz del madrero, lo cual fue aprobado por toda la gente. Para el efecto, se intentó conducir el tronco a varios pueblos grandes, como: Cajabamba, Huamachuco y Marcabal Grande, pero el traslado resulto imposible  ante el excesivo peso del madero.
     En vista del serio inconveniente se optó por Marcabalito. Entonces la fe de los creyentes se multiplico considerablemente porque, ahora sí, el tronco resulto muy liviano.
     Llegados a su destino, se reunió a todos los carpinteros para designar al que confeccionaría la cruz. Pese a que hubo varias ofertas, la terea se encargó a un anciano desconocido, quien no solo se ofreció voluntariamente, sino que incluso pidió que no se preocuparan de su alimentación y alojamiento, ya que el mismo proveería tales necesidades; en cambio pidió una semana de plazo, tiempo durante el cual no debería ser interrumpido en absoluto, así como una casa en la cual se encerraría para dedicarse a la construcción de la obra.
     Aceptadas las condiciones, empezó a transcurrir  el plazo, vencido el cual la gente se dirigió a  la casa a donde se suponía que estaría el carpintero. Se llamó al anciano, pero no se obtuvo ninguna respuesta. Se insistió una y otra vez, con los mismos negativos resultados, por lo que no hubo más remedio violentar la puerta y entrar en el ocasional taller. Todo era inexplicable: no había ni rastros del anciano carpintero; en cambio se encontró totalmente concluida la cruz, en la que yacía el cristo crucificado. La gente se quedó maravillada y su espíritu religioso le indico que el misterioso varón no había sido otro que el propio Redentor del mundo, por lo que en su nombre se instauró la fiesta patronal de Marcabalito, que se celebra todos los años, en octubre, en medio de grandes demostraciones de fervor cristiano.
     Como costumbre propia de la fiesta, el Señor Crucificado sale a recorrer las calles de Marcabalito cada cinco años, mientras que en la procesión de los demás años solamente se saca al “Inter”, es decir, una réplica del Patrón del pintoresco pueblo andino.


        El Señor de la Misericordia de Marcabalito

     En las alturas de Caure al pie de la laguna del mismo nombre  esta Llaigán. Allí se conserva un corral de muros de piedra que resguarda los vestigios de un árbol de cedro- dicen que era-. La zona por la altura es sólo tierra de pastoreo. Justamente fue un pastor quien descubrió ese portento, al darse cuenta que al morder sus ovejas, dicho árbol, del mismo salía sangre, la noticia corrió de boca en boca y al poco tiempo fue conocida por toda la comarca, los “poblanos”, eran los menos creyentes. Un buen día decidió constatar el hecho. La comprobación  de tal maravilla   fue de  tal naturaleza que todos coincidieron en señalar que se trataba de un milagro.
     Después de muchas discusiones acordaron cortar el árbol y hacer una cruz. La discusión volvió a recrudecer cuando se trató de indicar el lugar donde debía permanecer dicho  portento. Pasaron varios días de cambio de ideas y no se ponían de acuerdo, hasta que alguien sugirió que la “yunta de bueyes” que pudiera arrastrar el madero con facilidad seria el lugar señalado. Al poco tiempo llegaron representantes de Huamachuco, Cajabamba, Cajamarca, Otuzco, Santiago de Chuco, etc., cada quien con sus mejores “yuntas”. Todos hicieron el intento de cargar el madero, pero este no se movía, hasta que alguien propuso Marcabalito.
     Para sorpresa de todos, la yunta más débil llevó al madero con mucha facilidad, hasta la esquina de la Plaza de Armas de donde tampoco pudo ser movido. Ahí luego se construyó el actual santuario. Acto seguido se convocó a os maestros carpinteros de la comarca para que hagan la cruz. Entre estos se presentó un desconocido ancianito. Se ofreció hacerlo gratis, a condición de que no o molestaran por el termino de siete días. Vencido el, plazo toda la gente se volvió a reunir.
     Eran las dos de la tarde del último viernes de octubre.
     La puerta estuvo cerrada y hubo que forzarla. Al entrar en tropel no solo encontraron la cruz, también al Señor de la Misericordia clavado en ella y toda la comida intacta. E ancianito había desaparecido misteriosamente como había llegado, de allí que se afirma que fue el mismo Señor de la Misericordia que se presentó haciéndose pasar por anciano carpintero.
     Desde entonces y en memoria de tan magno acontecimiento se acordó festejar todos los años y como día central el último viernes de octubre. Es necesario aclarar que el Señor de la Misericordia, el  “Propietario” como se conoce, solo se le saca en procesión cada cinco años,   los terminados en cero  o cinco, los años intermedio hace su doble, como también se le conoce como la “Replica”, es la imagen que reemplaza, también en las procesiones por más de dos meses al año ya descritas anteriormente y que siempre es un acontecimiento para toda la región. Sin embargo en la celebración de cada quinquenio es otra cosa, es cuando en Marcabalito se congrega tal cantidad de fieles de toda condición, del país y del, extranjero, las casas no pueden soportar tanta visita, por lo que muchos tienen que salir para dormir en los hoteles de Cajabamba y Huamachuco, otros lo hacen en las calles, pese a los primeros aguaceros de octubre. Las colas para la “adoración” son interminables, vemos fieles cansados de largas caminatas, otros descalzos y algunos también avanzando de rodillas, estas cumpliendo “la promesa ofrecida al señor”. Tal es el fervor religioso que se respira que hasta e no creyentes contagia. En este ambiente sale la precesión que solo dura 2 a 3 horas, acompañada de banda músicos llegados para la ocasión aparte de los conjuntos de danzarines que escoltan el paseo alrededor de la Plaza de Armas, mientras un cielo esplendoroso se cubre de globos de papel como esquivando la explosión de las avellanas que pareen perseguirlos, mientras abajo los cohetes y las ruedas aulladoras asustan a los primerizos.
     Las “promesas” se han cumplido y comienza la diversión, grandes bailes en cada esquina amenizada por sendas bandas.
     Comilonas por doquier; unas que otras a “puño limpio”, en la noche los famosos bailes sociales donde la rica chicha de jora es reemplazada por otros tragos y las bandas por la orquesta.


   
 Los niños salvados de la Laguna de Sausacocha

                                                                                 
Mi abuelita siempre nos contaba en casa lo que le paso de niña en la laguna de Sausagocha; pero como era muy pequeña, no recordaba muy bien. Poe eso le he preguntado a mí madre, quien me ha referido así el acontecimiento:
     “Hace ya muchos años de esta historia, cuando mi mama Pasiona y mi tío Máximo Flores, que eran primos- hermanos, estaban muy niñitos. Ocurrió que, mientras atravesaban  las alturas de Huamachuco, en compañía de sus padres, oséa mis abuelitos, que iban llevando mercadería, porque eran comerciantes, en un momento de descanso se pusieron a jugar junto a la orilla de la inmensa laguna de Sausagocha. En plena distracción se encontraban cuando, de un momento a otro, fueron sorprendidos por la visión de unos patitos dorados y brillantes, bajo los efectos relucientes del sol.
     Tanto les gusto los animalitos, que los niños empezaron a seguirlos con el propósito de atraparlos. Les admiraba mucho ver como los patitos, detrás de su mama, se iban en filita, suavecitos, amarillitos, sobre la superficie azul. En su i intento, no se daban cuenta de que, mientras más se alejaban de la orilla, más se adentraban entre las aguas que ya les alcanzaba por la cintura.
     Cuando mis abuelitos los echaron de menos, se angustiaron de tal manera que no sabían que hacer. Menos mal que en esos momentos alcanzaron a pasar unos arrieros que, comprendieron el peligro en que se encontraban los niños, empezaron a llamarlos; pero sin lograr ser escuchados en absoluto. Entonces viendo que ya n podían hacer otra cosa, les arrojaron unos lazos de sogas fuertes y largas, de esas con las que se lacean las reses; y bien amarrados, sacaron a mi mamá y a mi tío, salvándolos de un encantamiento seguro, como ha ocurrido  y sigue ocurriendo con muchas personas que se atreven a pasar por allí en horas solitarias.  ”


Collasgón


     Sausagocha y Negra son dos lagunas. La primera es grande y su orilla está llena de garzas rosadas, las cuales hunden sus largas patas  por entre los juncos, mientras que sus flexibles cuellos se sumergen en el agua en busca de presas menudas.
     Más arriba esta Collasgón, que tiene poca agua y que día a día se va empobreciendo. Sus riveras son pardas y secas. Antes no eran así: su cuenca recogía mucha agua y los picos de la cordillera miraban con alegría como espejeaba el amanecer. Por la mañana, bandadas de patos se bañaban, alisándose las alas a su orilla. Era hermoso Collasgón; mucho más que las lagunas de Sausagocha y Negra, que por aquel tiempo eran pequeñas.
     Collasgón distinguía a Sausagocha y les enviaba sus lindas parionas, que volaban delicadamente, rosando el agua y  tornaban después a lo alto, donde tenían sus nidales. Sausagocha advertía complacida como ni los patos bajaban a gritar sobre la laguna negra. El lago de Collasgón miraba, a veces sobre su elevada cuenca, la triste lagunita Negra. Para alegrarla ordenó que bajaran las palomas, las cuales pasaron volando sobre Sausagocha sin detenerse.
     Sausagocha espero que llegara la noche. Entonces se irguió silenciosa, miro que todo el campo dormía y subió hasta la oquedad donde sonaba Collasgón. Rápidamente hirió al lago, lo dividió en varias partes y las dejo sangrando. Antes de que el alba llegara, cogió  grandes brazadas de patos y bajo corriendo a su lecho. Esparció los juncos y hierbas en torno suyo, y no pudiendo sostenerse más, se derramo cansada.
     Las aves vinieron tras ella en grandes bandadas. Cuando llegó  la mañana cogió de sorpresa a Collasgón herido, mientras que sobre la laguna Sausagocha un revelo de parionas, patos y garzas buscaban sus nidos.
     Todavía sangra Collasgón y toda su agua se baja filtrando hacia la laguna de Sausagocha.


          María Sausagocha y José Collasgón      
 Pasando la provincia de Huamachuco, a cuatro kilómetros de distancia aproximadamente, se encuentra una laguna llamada María Sausagocha. Los campesinos del lugar guardan una historia con la cual explicaban el origen de esta laguna.
     Según, se trata de un pueblo encantado. Cuentan que las aguas de otra laguna llamada José Collasgón bajaron guiadas por un caballo blanco y su jinete; cubriendo el pueblo completamente, la gente entretenida , festejaban su fiesta patronal y no se percataron de nada, ni aun escucharon los gritos de alguna pastora que de alguna colina daba la voz de alerta; ya era demasiado tarde.
     Collasgón es una inmensa laguna que ahora se encuentra fraccionada; es decir, solo se encuentra agua en algunas partes  formando un conjunto de algunas pequeñas lagunillas. Dicen que Collasgón es de sexo masculino que convivía con la laguna Negra de sexo femenino que se encuentra en la cabecera de Huamachuco. Posteriormente, Collasgón se enamora de Sausagocha con la que empieza un romance, hasta llegar a poseerla  trasladando sus aguas hacia ella.
     La laguna Negra, al saber del engaño, siente celos y decide terminar con Collasgón. Y así, por la noche, mientras Collasgón dormía, fue despedazado  y no despertó más. Es así como se explica el estado actual de esta laguna.
     Sausagocha, en su comienzo, era laguna que encantaba a quienes se le acercaban. Con el tiempo, unos curas hicieron misas y lo bautizaron con agua bendita; desde entonces es una laguna tranquila, incluso a su margen se ha levantado un pequeño caserío.


El Waylillas


      Se cuenta que en la edad arcaica, las cosas y los  animales hablaban con los humanos y estaban sujetos al odio, amor, afectos, el desprecio y la admiración como los hombres.
     Así paso con el erro Huaylillas, que es una mole alta, que se eleva a sur de Huamachuco, que se sentía enamorado de  la NIEBLA, que siempre le fastidiaba , ya arrastrándose sobre sus hoscas rocas, haciéndose contorciones en sus picachos y adormeciéndose de vez en cuando en sus breñas.
      El viejo Huaylillas, un día de crudo invierno rezongó:
-          ¿Qué quiere esta suave errabunda doncella, que todo el día me fastidia?
Nada le contestaba.
Otro día al amanecer, lanzo un estornudó fuerte diciendo:
-          Vamos a ver si así se aleja y se e rompen os delicados trajes.
Nada.
La niebla parecía reírse u se le acerco a la cara de Waylillas ofreciéndole sus labios como una tentación de amor, y luego, cuando el pétreo viejo quiso besarla se alejó.
     El azulado cerro se encolerizó mucho y se calmó solo cuando la tarde lo envolvió con sus cendales de oro.
     Tenía el arcaico viejo, en uno de sus costados, el del este una hechicera cueva, adornada con todas las galas de la naturaleza, por ejemplo su entrada ojival estaba tachonada de diamantes, esmeraldas y rubíes. Adentro era todo de oro. El piso estaba cubierto de toda clase de flores: claveles, rosas y alelíes que emanaban exquisito aroma.
     Un día de primavera la niebla, desnuda y tentadora ser le acerco tanto, que el viejo secular, la agarro de la cintura con su pétreo abrazo  y la llevo a su cueva de boca ojival y piedras preciosas.
     Cuentan los pastores que había en ese tiempo, que se escuchó un grito de amor, largo y estridente. La niebla salió con os vestidos rotos, por el Huaylillas  que le había hecho el amor, desdoncellandola.
     Lloro tanto que sus lágrimas formaron las Waylas en las pétreas llanuras de Waylillas, los riachuelos  y los arroyuelos  que al correr se fueron reuniendo en su base para formar el Río Grande que corre de sur a norte al oeste de Huamachuco.


La Quebrada del Diablo


Cuentan las decidoras lenguas de los bueno s viejitos de Choquizonguillo que esta palabra en quechua quiere decir corazoncito.
     También que un recluta, que era llevado al servicio militar, en la época del presidente Ramón Castilla, dejo en un cuaderno el siguiente verso:
              Me voy, no lloro ni grito,
              al servicio militar;
              dejo mi corazoncito,
              para hallarlo al retornar…
     Se dice que en la quebrada que da acceso al caserío, vivía el diablo, por eso le pusieron el nombre de “Quebrada del Diablo”; es por eso que, al llegar el invierno, los campesinos encontraban en ella sus ovejas y terneras muertas, a veces burros, caballos y cerdos, que eran atraídos por el poder del demonio para matarlos.
     El diablo que los atraía abajo, no comía la carne, solo chupaba la sangre, como el guash, guash, el enemigo de los cuyeros y sintiéndolo vacíos los arrojaba y se alejaba.
     Se cuenta que un joven pastos de aquel tiempo, viviente de la Colpa, perdió su ternero y por más que lo buscaba no lo encontró, sino en la Quebrada del Diablo. Este pastor hizo el siguiente verso:
                Me llevo mi ternerita.
                pero ya muerta y chupada,
                al diablo de la tonadita
                no dejo carne ni nada.
     La tonada era la del diablo, con la que atraía a los hombres y animales, cuando llegaron a Huamachuco dos ingenieros, para hacer el trazo de la carretera de Quiruvilca a Huamachuco, al entrar en mulas a Huamachuco, pasaron cerca de la Quebrada del Diablo: El ingeniero ayudante pregunto al ingeniero jefe:
-          ¿Escucha ingeniero?
-          Si, dijo el ingeniero jefe, debe ser el diablo que toca su quena para atraer a los incautos.
     Al entrar la carretera de Quiruvilca a Huamachuco, ésta bordeaba la Quebrada del Diablo y los toques fatídicos de la quena no se dejaban oír.


El cura sin cabeza


Esta leyenda es auténtica de la calle de Kandopata, la última cuadra de la calle Lara, denominada así por sus pobladores. Proviene de Kando, una flor silvestre y pata: pie.
     En este sitio la calle Lara, desciende al rio Grande por su caminito de la derecha y da vuelta a la izquierda  hacia la Cruz Blanca.
     Solo bordeaban esta cuadra coposos sauces  y altos eucaliptos que daban un aspecto tenebroso al paisaje.
     También florecían los candos, los que dejaban caer sus flores que eran pisadas por los transeúntes.
     Dice la leyenda que la noche del invierno santo, allá por el año de 1600 aparecía un cura sin cabeza que abría los brazos y causaba tal terror que no dejaba pasar a nadie.
     Por ese entonces no había luz, las noches eran completamente negras, todos caminaban persignándose en el nombre de Dios a la misa, el llamado a los fieles solo se hacía por matracas que solo se oían a lo lejos.
     Muchos borrachos que se atrevieron a pasar ante el cura sin cabeza, vociferaban, desde una cuadra antes,  luego al acercarse notaban que los pies se los volvía pesados y no podían legar ante la terrorífica visión.
     Caían anonadados y comenzaban a roncar hasta el día siguiente.
     Se dice que los mismos perros retrocedían gruñendo sin atreverse a acercarse a la calle de Kandopata.
     Por entonces en la orilla del rio apareció un ojo de agua que se filtraba de las profundidades de la tierra, y vino a responder a las necesidades del vecindario.
     Los vecinos utilizaban este pukio.
     Lo canalizaron con cemento y ahora se puede ver que es una fuente de agua natural, que aventaja al rio Grande, que en verano acorta y en invierno ensucia su corriente.
     A principio del presente siglo, don Rumaldo Castro, el sombrerero, edifico su casa en la misma esquina en donde aparecía el cura sin cabeza.
     Con la desaparición de los saucos, de los candos floridos que tapizaban la senda y el tráfico de lavanderas y aguateras en el presente siglo, parece que la leyenda se fue extinguiendo y solo quedo como referencia folclórica de los viejos vecinos que la cantaban.
     En el año de 1920, ya en el presente siglo, en una casucha que quedaba en la misma calle de la leyenda, un humilde zapatero fue asesinado una noche de viernes santo, aprovechando el terror de esta leyenda y solo pudieron robarle una manta de suela y 80 centavos que guardaba.


El Calluash


    Cuentan los viejos huamachuquinos  que los inviernos eran antes muy crudos, tempestuosos e inmisericorde.
-          Llovía a cantaros señor.
      Las tempestades eran tan  recias, que el rio Grande que atraviesa la población de sur a norte, crecía y aumentaba el caudal de sus avenidas color de tierra roja, que avanzaban muy fuertes e impetuosas y arrasaban todo.
     Llevaban espeso fango, troncos de árboles descuajados y enormes pedrones cuyo rugido ronco se oía a la distancia.
     La gente se agolpaba aterrorizada al ver la llegada del rio.
     El puente que unía los dos barrios de Cinco Esquinas  y Cumbicus, era arrastrado  si piedad.
     Cuenta la leyenda que un animal fabuloso, llamado el CALLUASH, con la característica de  burro, de anchas y móviles orejas y de enormes ojos negros, se sostenía ante en medio del río y empezaba el agua del río , por más impetuosa que esta fuera.
     Cuando se retiraba el otro lado, la corriente lo arrastraba al río como una débil rama.
     De ese tiempo es que se hizo esta marinera:
     se ha detenido en el puente,
     un burro blanco, el CALLUASH,
     y al quitarse la corriente,
     y lo arrastro ágil y audaz.
     Mucho tiempo perduro esa leyenda, hasta que en el presente siglo fue elegido para la alcaldía de Huamachuco un alcalde renovador, que entendía de obras e introdujo el cemento en muchas construcciones.
     Ese alcalde, ayudado por los vecinos de Cumbicus y las Cinco Esquinas hizo construir un puente sobre muros de cemento armado con fierro, el que perdura hasta nuestros tiempos.
     Hoy se recuerda al CALLUASH solo como un mito del folclore de Huamachuco.


El agua de los pajaritos

     Es una tradición que nos viene de  tiempos muy inmemoriales, cuando aún no había hoteles ni hospital. E épocas que se llagaba a la casa del amigo o simplemente se pedía posada en cualquier parte, la falta de medios de comunicación protegía la hospitalidad, de allí que quien llegara de fuera era solicitado para dar razón de amigos o parientes lejanos, y acaso era solamente para dar noticias de otros pueblos y otras gentes.
     Se disputaban atenciones, se proyectaban paseos. De estos  quizá el más popular fue el Agua de los Pajaritos, donde floreció mas de amor, donde tomaron vuelo ilusiones y esperanzas al amparo de la sombra del Waylillas y frente a un paisaje de leyenda y ensueño.
     Aparece un joven esbelto viajero.
     Ayer nomas, estuvo entre nosotros este viajero trayendo en sus ojos señoriales la imaginación de otro horizontes, pero llego aquí y se quedó de súbito prisionero por el hechizo de la ciudad y de sus mujeres.
     Aquí la espera, porque solo aquí sus ojos se confundieron en una mirada que hermanó sus almas, aquí la aguarda, porque aquí sintió entre las suyas temblar sus manos blancas, como dos blancas palomas asentadas.
     Se confunden con su mente dos imágenes: ella tan sutil y vaporosa, tan ala, tan plumón, tan caricia, tan alma. El paisaje imponente y grandioso y aparece ella hecha amor.
     Y hoy que la tiene junto a sí, hoy ya no encuentra la palabra justa del poema que más pensó ni el ademan con la que quisiera hacerla siempre suya. Hoy que si amor lo siente puro o el cielo, inmenso y sin fronteras como el lugar que lo rodea, ella que también sabe llegar hasta el fondo del corazón, realiza el viejo rito, el único que reemplaza a las palabras: Ofrecerle en el cuenco de sus manos traslúcidas al agua cristalina y milagrosa que la retendrá para siempre entre sus brazos, cantando juntos la canción del amor cuyas notas revotaran de eco en eco y de roca en roca por los ambientes serenos de los andes.
     ¿Qué quieres para amarme? Si en su canto van a oír la canción que me infundiste. Si quieres gotas de mi acerbo llanto ven y recoge el que derramo triste por adorarte tanto.
     Si quieres los fulgores de una llama en mi cerebro  lo hallaras prendida.
     Si quieres sangre de mi propia vida ven y destroza el corazón que te ama.
     Cuenta la leyenda que aquel viajero que tomo el Agua de los Pajaritos de las manos de aquella mujer, ya no pensó en seguir su viaje y no lo hizo nunca más… y así todo aquel forastero que llega a la ciudad y le hacen beber el Agua de los Pajaritos se queda para siempre.

     

Los negros de Taita Pancho


     Por la calle principal de Huamachuco, se vio una vez una viejecita, muy hermosa, pero también muy harapienta, que pedía caridad.
     Pero solo aceptaba pesetas de nueve décimos, seguramente porque tenía fuerte porcentaje de plata.
     Nadie le dio una y desapreció 
     Al poco tiempo se propago el Tyfus Exantemático en dos o tres partes de la población.
Y se extendió por todo el pueblo, causando gran mortandad. Cada día enterraban, uno o más cadáveres, pero el número iba creciendo.
A esto se agregaba que la estación invernal estaba muy cruda, llovía  torrencialmente sin parar. Y como los muertos eran muchos, los dolientes los dejaban en sus ataúdes, abandonados en el cementerio, pues la lluvia impedía cavar lasa fosas y enterrarlos.
A esta epidemia en la ciudad atendía un solo médico con su ayudante, un negro. En este tiempo no había ni hospital ni posta médica.
El pueblo rendía culto a San Francisco de Asís, y se acercaba el mes de Octubre, en que se celebraba su fiesta.
Dice la leyenda que el ayudante del médico, el negro, se vio contagiado por la terrible peste a principios de setiembre. Murió el dos de octubre y lo llevaron a dar santa sepultura el día tres, pero no pudieron cavar la tumba y dejaron el ataúd abandonado en plena lluvia.
El ataúd se había humedecido y al día siguiente el negro resucito, rompió el ataúd y se levantó.
Regreso al consultorio.
Era el día cuatro de octubre en que la población celebraba la fiesta del milagroso Santo de Asís.
Los creyentes y todo el pueblo fueron a ver al resucitado atribuyendo la resurrección del negro a un portentoso milagro de San Francisco.
Desde el siguiente año, se vio en Huamachuco, que junto con los devotos acompañaba a la procesión un numeroso conjunto de negros, pintados con carbón o betún, la cara, los pies y las manos, uniformados de boina y capa marrón, calzón blanco corto y un clavel rojo en la boca.

Desde entonces, se organizó la Hermandad de negros, que se encargaba de la celebración de la festividad de San Francisco. Es una sociedad de auxilios mutuos y actualmente cuenta con un amplio y moderno local y más de 5 mil afiliados. 



Origen de las lagunas Sausacocha y Collasgon

Dice la leyenda que, en tiempos de Naupa (antiguo), existían dos poblaciones en los sitios   que sirven ahora de lecho a las lagunas de “Sausacocha y Collasgon”.En la primera de aquellas poblaciones vivían bajo el mismo techo paterno dos hermanas SAUSA - KOCHA y COLASGON.
Cuando el padre estuvo próximo a morir, dividió sus dominios entre sus dos hijas, recomendándoles con lágrimas en los ojos, que continuaran viviendo juntas en la mejor paz y armonía , bajo la sombra protectora de su hermano “WAILILLAS” .
Muerto el padre poco tiempo reino la paz entre las hermanas, pues el deseo de predominio susito la enemistad entre ambas, optando al fin por separarse.
Hacía mucho tiempo que Sausacocha y Collasgon estaban separadas .El viejo Huaylillas, disgustado con la conducta de sus sobrinas en quienes en vano había exhortado reiteradas veces para que legasen a un entendimiento , opto también por separase a las alturas donde tenían sus dominios , junto a “Laguna Negra ” .
Bien pronto supo el anciano que la lucha fratricida las dos hermanas había llegado a tomar grandes proporciones.
Se encontraban ambos pueblos en tal estado de beligerancia, cuando un día apareció en el diáfano azul del cielo el Dios Wiracocha , en forma de un águila de deslumbrantes alas y con voz retumbante amenazo a los moradores y a las dos implacables hermanas , causantes de aquella lucha , si no cesaban en sus hostilidades.
Cegados por la ira , desoyeron la amenaza , lo que provocó el enojo de la divinidad .
No tardo el cielo en cubrirse de  nubes tempestuosas, los cerros próximos empezaron a estremecerse y a cubrirse con la densa neblina y en medio de truenos y relámpagos se desencadeno una furiosa tempestad…
A la mañana siguiente, el sol brillaba en un cielo sin nubes .La naturaleza había cobrado su habitual virtud.
Las dos hermanas poblaciones habían sido convertidas en dos grandes lagunas : Sausacocha y Collasgon,en las que , con el espejismo de la ilusión algunos moradores próximos creen todavía ver algunas noches aquellas dos ciudades encantadas .
En cuanto al anciano Waylillas , que hizo abandono de sus dos recomendadas sobrinas , se les vio primero erguirse en un viejo de estatura colosal, la resta cubierta de cabellos blancos , fue coronada por grandes copos de nieve , por la larga barba rodaban las lágrimas del viejo como arroyos , tanto de ellas , se originó un riachuelo hasta que al fin solo se vio un elevado cerro azul coronado de nieve : el “Cerro Huaylillas” , en cuya base se encuentra “Laguna Negra” origen del “Rio Grande” que atraviesa la ciudad de Huamachuco.
Afirma la misma tradición que las dos hermanas continuaron odiándose.
Puesto, que en ciertas épocas del año, se inflaman las aguas de las lagunas, se encrespan sus olas y se escapan al espacio, y después de chocar violentamente produciendo fuertes  estallidos, vuelven sus respectivos lechos , en forma de copiosas lluvias .

Así permanecieron durante mucho tiempo, hasta la llegada de los Padres Agustino a esta región, quienes al establecerse y fundar la ciudad española de “San Agustín de Huamachuco “tuvieron el cuidado de bendecir las dos lagunas y bautizarlas con los piados nombre de “María Sausacocha” y “María Collasgon”. Desde entonces, sus aguas se tornaron tranquilas y sobrevino la paz.

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